Cada vez son más frecuentes hoy en día las
familias divorciadas y separadas con hijos a cargo en las que tarde o temprano
aparece una tercera persona en sus vidas que se introduce dentro de éste núcleo
familiar, siendo con más frecuencia en la mujer ya que en la mayoría de los
casos, es ésta la que suele tener la custodia de los hijos.
Generalmente las separaciones suelen causar
daños emocionales en las parejas que por supuesto se ven totalmente reflejadas
en los hijos: dificultades escolares, regresiones a etapas anteriores,
trastornos de la alimentación o del sueño…
Y tarde o temprano tienen que volver a
enfrentarse a un nuevo reto, mamá o papá comienzan a salir con otras personas y
ellos comienzan a verlo como un intruso y empiezan a surgir los celos y el
miedo a que nos olvidemos de ellos junto con una inseguridad que puede llegar a
ser causante de muchos cambios comportamentales.
Ante
ésta situación es muy importante la comunicación con nuestros hijos,
explicarles que hemos comenzado una nueva etapa en nuestras vidas, que los
padres también necesitan cariño de otro adulto y tener una oportunidad para
rehacer una nueva etapa y poder ser felices. La incorporación de alguien nuevo
a la familia es algo que los conmueve, los moviliza y les produce dudas y
temores: “mamá le va a querer más a él y se va a olvidar de mi”, “ya no va a
estar mucho tiempo conmigo”… Las reacciones son muy variables y dependen mucho
de la edad, el tiempo transcurrido desde la separación y la relación que
mantengan sus padres. Pero ante todo el temor más grande es que su madre se
vaya con ésta persona y se olvide de él.
El comienzo de una relación sentimental nueva
marca la finalización de una de las fantasías más comunes en los niños ante una
separación: la reconciliación de los padres. Por ello al principio habrá
enfados, celos, llamadas de atención… por ello es importante que les mostremos
en ésta etapa que ellos siguen teniendo su espacio, su tiempo e intentar llevar
la misma rutina de siempre para que no se sientan intimidados.
Ahora bien, ¿qué pasa con el novio de mamá?
Sin duda su actitud juega un papel
fundamental. Si por ejemplo, él empieza a cuestionar la crianza o la educación
del niño y aún peor, si lo hace delante de ellos, seguramente las cosas no
marchen bien. Si él trata de ocupar el puesto del padre, el rechazo será
inminente. Tiene que ganarse poco a poco la confianza y aceptación de los hijos
y poco a poco irá llegando el cariño hacia él. Con inteligencia, paciencia y mucho
amor “hacia mamá” conseguirá que las cosas vayan por el camino adecuado y los
hijos comprendan que es bueno para su madre y por tanto, para ellos.
Los criterios de crianza y educación deben ser acordados entre los
padres y no es conveniente que el novio intervenga en esas cuestiones ni se
tome atribuciones que corresponden a los padres. El desafío para él será
manejar ese sentimiento de exclusión de manera madura aceptando el papel que esto
conlleva. Es decir, que los hijos acepten a ésta persona dependera , como
siempre, de cómo sepan manejar los adultos ésta nueva situación.
El vínculo afectivo entre la nueva persona y los hijos no puede
darse de un día a otro. Deben ir conociéndose sin forzar las cosas, de forma
natural. Y muy importante, dejar claro que en ningún momento ésta nueva persona
va a suplantar a su padre o a su madre.
Por
tanto y resumiendo, la mejor receta es el diálogo, tiempo, tolerancia,
flexibilidad, respeto y sobre todo la disposición de todos los miembros
implicados a que salga bien!! De ahí en adelante… el tiempo y el AMOR dirán.