El enfado es una reacción negativa que supone,
en cierto modo, una negación de la realidad y nos lleva a sentirnos peor con
nosotros mismos.
La mayoría de nosotros pasamos demasiado
tiempo enfadados, con los hijos, en el trabajo, con nuestra familia, con amigos…
e incluso todo esto puede hacer que tenga graves consecuencias, como está
demostrado, en trastornos coronarios, dolores de cabeza, etc.
Generalmente, nuestros enfados van ligados
tanto a nuestro ego como a nuestras expectativas o nivel de exigencia que
tengamos. Es decir, tanto si nos enfadamos a menudo como si éstos se dan en
situaciones determinadas, tenemos que aprender a identificar por qué se dan,
ser conscientes de ello y las consecuencias y reacciones que provoca en
nosotros. No somos tan importantes para los demás para que todo lo que digan o
sientan tenga que ver con nosotros. En el momento en que aprendamos esto nos
resultará mucho más fácil controlar la ira.
Creo que es tan perjudicial expresarlo de
malas maneras como guardar esa ira y reprimirla, ya que cuando estalla, las
consecuencias pueden ser aún mayores.
Por todo ello, me gustaría mostraros unos
cuántos consejos sobre cómo podemos controlar nuestros enfados:
- Cuando seamos conscientes de que nos estamos
enfadando, respiremos tres veces profundamente y a continuación intentemos
imaginar las consecuencias que esto puede causar.
- Intentemos analizar qué provoca nuestra ira,
con qué personas y así podremos evitarlo mucho mejor. Si aceptamos a los demás
tal y como son, nos ayudará a comprenderlo mejor y mejoraremos a la vez
nuestras relaciones con los demás. En éste momento, acordémonos de lo mejor que
tiene la persona que tenemos delante y esto apaciguará en cierto modo nuestro
enfado.
- Expresemos nuestras emociones y lo que nos
está haciendo sentir en ese momento. Muchas veces tendemos a pensar que los
demás saben lo que nos pasa o lo que nos duele y la mayoría de las veces no
suele ser así. Comunicar nuestros pensamientos y cómo nos sentimos de forma
tranquila apacigua a las fieras.
- Salgamos a dar un paseo, a correr, a tomar
el aire, a gritar a pleno pulmón… eso ayudará a cambiar nuestra actitud.
- Sólo podemos tener control de nosotros
mismos, de nuestras respuestas y de nuestro comportamiento, lo demás está fuera
de nuestro control. Quizá sintamos que la persona que nos enfada no tiene razón
pero serán “sus” razones tan válidas como las tuyas… ponernos en el papel de
quien tenemos en frente también puede hacer que comprendamos mejor la
situación. Muchas veces vemos las cosas blancas o negras, busquemos las
grises!!
Controlar el enfado no es lo mismo que
reprimirlo. No digo que tengamos que callarnos y tragar nuestro dolor, pero aceptar
y sentir lo que decimos sinceramente, no nos provocará herida.
Si aun así sentimos que se
nos escapa de las manos, que nuestra ira inunda nuestra vida, mejor acudir a un especialista que vivir en
una amargura constante el resto de nuestra existencia, ¿no creéis?
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