lunes, 3 de noviembre de 2014

LUDOPATÍA: "NO PUEDO PARAR"


       
En vista de que todos sabemos en cierto modo la definición de ludópata y de éste tema hay tanto que hablar pasaré más bien a definir por qué y él pensamiento que lleva a que ciertas personas estén inmersos en ésta adicción tan difícil de superar pero no imposible.

Un ludópata generalmente acude a consulta por un tercero y además obligados (pareja, hijos, amigos...) o por la presión social que resulta de las consecuencias del juego.

Curiosamente y al contrario de lo que la mayoría de las personas piensan, no juegan para ganar sino que buscan esa posibilidad de perder, por ello si van ganando redoblarán la apuesta y tal vez no sea hoy pero sí mañana cuando pierdan todo lo que ganaron hoy.
Evidentemente ellos no son conscientes de ello, dirán que juegan para ganar, pero como puede verse en la mayoría de los casos, acaban perdiendo... tanto que pueden llevar a la ruina a una familia entera. 

Esto podría explicarse en que realmente sienten placer con la tensión que les produce esa sensación de pérdida y el resultado que conlleva ganar o perder, ese instante de emoción, de alta tensión es lo que les produce el placer del juego en el que "TODO ES POSIBLE". Si esa tensión no es suficiente volverán a jugar... y como puede esperarse como en cualquier adicción nunca lo será y siempre se buscará una mayor.

Es importante destacar la relación del jugador con el objeto de juego, es decir, el biombo, la máquina tragamonedas, las cartas... Dentro de su subjetividad el objeto pasa a ser algo vivo y cargado de intencionalidad: les hablan, acarician, miman... se convierte en un pensamiento mágico. Es más intenso cuanto peor sientan su vida social que les rodea, es decir, si tienen problemas conyugales, se sienten solos, etc.

Respecto a la frecuencia, al comienzo, como en todas las adicciones, pasan más tiempo sin jugar, se siente mal respecto su comportamiento, pero cada vez van necesitando más, aunque ésto depende también de la base de personalidad (neurótica, psicótica, melancólica...) y generalmente no suelen tener pareja y si la tienen suele ser esporádica o las usan para poder jugar.

Dentro de la ludopatía existen por supuesto diferentes niveles, hay personas que únicamente acuden ante de vez en cuando a los que podríamos llamar sintónicos (sin ningún displacer aparente) y otros que luchan entre el deseo de jugar y las consecuencias negativas del juego, cuando esa lucha gana hacia el juego se derrama como algo a presión e imparable llevados por la pasión que se desata. Poco a poco el desgaste va haciendo mella y van surgiendo descompensaciones sobre todo depresivas que es a lo que lleva un tratamiento psicológico.

Respecto al tratamiento deben encontrar motivaciones que sean equiparables al juego, pero ésto resulta tremendamente difícil, deben aprender a tolerar encontrarse con un orden distinto al azar, soportar presiones... Deben aceptar su culpa y aprender a responsabilizarse de sus actos.

Es importante que la familia evite calificaciones despectivas que sólo acompañan el problema, ellos tienen incorporado el juego en su forma de ser y deben intentar comprender qué le está pasando e intenrar hacerle ver los efectos negativos que obtiene del juego.

La esencia del ludópata es el apostar, arriesgar para obtener algo, de formas muy variadas y en muchos ámbitos sociales: comerciales, deportistas de riesgo, políticos, militares...

Tal vez podemos llegar a la conclusión de que el juego es inherente al ser humano y que solamente se clasifica como ludópata cuando ésto comienza a tomarse de manera desmesurada.









domingo, 20 de abril de 2014

EL NOVIO DE MI MAMÁ



       Cada vez son más frecuentes hoy en día las familias divorciadas y separadas con hijos a cargo en las que tarde o temprano aparece una tercera persona en sus vidas que se introduce dentro de éste núcleo familiar, siendo con más frecuencia en la mujer ya que en la mayoría de los casos, es ésta la que suele tener la custodia de los hijos.

Generalmente las separaciones suelen causar daños emocionales en las parejas que por supuesto se ven totalmente reflejadas en los hijos: dificultades escolares, regresiones a etapas anteriores, trastornos de la alimentación o del sueño…
Y tarde o temprano tienen que volver a enfrentarse a un nuevo reto, mamá o papá comienzan a salir con otras personas y ellos comienzan a verlo como un intruso y empiezan a surgir los celos y el miedo a que nos olvidemos de ellos junto con una inseguridad que puede llegar a ser causante de muchos cambios comportamentales.

 Ante ésta situación es muy importante la comunicación con nuestros hijos, explicarles que hemos comenzado una nueva etapa en nuestras vidas, que los padres también necesitan cariño de otro adulto y tener una oportunidad para rehacer una nueva etapa y poder ser felices. La incorporación de alguien nuevo a la familia es algo que los conmueve, los moviliza y les produce dudas y temores: “mamá le va a querer más a él y se va a olvidar de mi”, “ya no va a estar mucho tiempo conmigo”… Las reacciones son muy variables y dependen mucho de la edad, el tiempo transcurrido desde la separación y la relación que mantengan sus padres. Pero ante todo el temor más grande es que su madre se vaya con ésta persona y se olvide de él.

El comienzo de una relación sentimental nueva marca la finalización de una de las fantasías más comunes en los niños ante una separación: la reconciliación de los padres. Por ello al principio habrá enfados, celos, llamadas de atención… por ello es importante que les mostremos en ésta etapa que ellos siguen teniendo su espacio, su tiempo e intentar llevar la misma rutina de siempre para que no se sientan intimidados.

Ahora bien, ¿qué pasa con el novio de mamá?

Sin duda su actitud juega un papel fundamental. Si por ejemplo, él empieza a cuestionar la crianza o la educación del niño y aún peor, si lo hace delante de ellos, seguramente las cosas no marchen bien. Si él trata de ocupar el puesto del padre, el rechazo será inminente. Tiene que ganarse poco a poco la confianza y aceptación de los hijos y poco a poco irá llegando el cariño hacia él. Con inteligencia, paciencia y mucho amor “hacia mamá” conseguirá que las cosas vayan por el camino adecuado y los hijos comprendan que es bueno para su madre y por tanto, para ellos.

Los criterios de crianza y educación deben ser acordados entre los padres y no es conveniente que el novio intervenga en esas cuestiones ni se tome atribuciones que corresponden a los padres. El desafío para él será manejar ese sentimiento de exclusión de manera madura aceptando el papel que esto conlleva. Es decir, que los hijos acepten a ésta persona dependera , como siempre, de cómo sepan manejar los adultos ésta nueva situación.

El vínculo afectivo entre la nueva persona y los hijos no puede darse de un día a otro. Deben ir conociéndose sin forzar las cosas, de forma natural. Y muy importante, dejar claro que en ningún momento ésta nueva persona va a suplantar a su padre o a su madre.
Por tanto y resumiendo, la mejor receta es el diálogo, tiempo, tolerancia, flexibilidad, respeto y sobre todo la disposición de todos los miembros implicados a que salga bien!! De ahí en adelante… el tiempo y el AMOR dirán.