Aunque en cierto modo todos sabemos lo que es estar
deprimido, la sintomatología de los niños con depresión no es igual que en los
adultos. Tendemos a pensar que los niños, por el mero hecho de serlo, no tienen problemas, pero educar dota al niño de muchas más reponsabilidades de las que creemos: portarse bien, recoger la habitación, comerse todo, etc.
Creo que es importante tener en consideración cuáles son los
síntomas generales en los niños para poder observar si nuestros hijos podrían
tenerla. Ya que la depresión, como casi todas las psicopatologías, cuánto más tiempo
se deja pasar más complicado es que desaparezcan los síntomas.
En los primeros estadios de la depresión los padres podemos pensar que lo que le pasa
a nuestro hijo es porque está pasando por una etapa desagradable o infeliz. Un
niño deprimido puede aparecer como activo e interesado en cierto tipo de
actividades pero al mismo tiempo puede presentar otros síntomas de depresión
como falta de concentración o rendimiento escolar escaso o una pobre
imaginación. Sus intereses son reducidos, no participa en actividades escolares
y tiende a jugar sólo.
La causa principal
de la depresión es que no se sienten queridos y sienten que no encajan en la
familia, que les falta afecto y cuidado. Aunque paradójicamente los padres les
proporcionen confort material, satisfacciones, regalos, etc… lo que los niños desean
realmente es que sus padres pasen más tiempo con ellos, y puesto que no lo
sienten así, desarrollan sentimientos de soledad y resentimiento que traslada
al colegio donde también supone que los demás adultos tampoco le quieren.
En estadios más avanzados, abandona ese deseo inicial de que
los adultos se dediquen a él y crean su propio mundo, esto se da también mucho
ante separaciones de los padres.
Otra de las causas por las que se puede dar la depresión es
ante la falta de disciplina o por el contrario, ante una disciplina demasiado
rígida. Si expresamos ante nuestro hijo continuamente lo que esperamos de él y
éstas son inalcanzables, nuestro hijo se sentirá frustrado y creerá que es por
culpa de él.
Aunque es menos frecuente, factores físicos en ocasiones
pueden hacer que nuestros hijos se sientan inseguros y rechazados.
Sintomatología:
pesimismo, fracaso, sentimientos de culpa, autocastigarse, hablan llorando,
irritables, aislamiento, poco apetito, frecuentes trastornos somáticos (dolor
de estómago, estreñimiento…).
En el caso de que creamos que nuestro hijo tiene depresión
por éstos síntomas, el tratamiento, con
el que se intentará trabajar con un psicólogo, es mostrar a nuestro hijo que le
queremos y es importante para nosotros, mejorando su medio ambiente tanto
familiar como escolar. Ofrecerle aceptación y afecto e intentar llegar a comprender los
sentimientos de nuestro hijo y ser capaces de asimilar que parte de que esté
así es porque quizá no hayamos sabido comportarnos de manera adecuada.
Por lo tanto, el tratamiento irá dirigido tanto a los padres
como al niño deprimido, mejorando nuestras actitudes y acciones nuestro hijo
cambiará las suyas poco a poco y responderá favorablemente, siendo tres
actitudes fundamentales para la recuperación del niño: ACEPTACIÓN, MOTIVACIÓN Y ÁNIMO.
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