jueves, 21 de febrero de 2013

DEPRESIÓN INFANTIL


Aunque en cierto modo todos sabemos lo que es estar deprimido, la sintomatología de los niños con depresión no es igual que en los adultos. Tendemos a pensar que los niños, por el mero hecho de serlo, no tienen problemas, pero educar dota al niño de muchas más reponsabilidades de las que creemos: portarse bien, recoger la habitación, comerse todo, etc.

Creo que es importante tener en consideración cuáles son los síntomas generales en los niños para poder observar si nuestros hijos podrían tenerla. Ya que la depresión, como casi todas las psicopatologías, cuánto más tiempo se deja pasar más complicado es que desaparezcan los síntomas.


En los primeros estadios de la depresión  los padres podemos pensar que lo que le pasa a nuestro hijo es porque está pasando por una etapa desagradable o infeliz. Un niño deprimido puede aparecer como activo e interesado en cierto tipo de actividades pero al mismo tiempo puede presentar otros síntomas de depresión como falta de concentración o rendimiento escolar escaso o una pobre imaginación. Sus intereses son reducidos, no participa en actividades escolares y tiende a jugar sólo.

La causa principal de la depresión es que no se sienten queridos y sienten que no encajan en la familia, que les falta afecto y cuidado. Aunque paradójicamente los padres les proporcionen confort material, satisfacciones,  regalos, etc… lo que los niños desean realmente es que sus padres pasen más tiempo con ellos, y puesto que no lo sienten así, desarrollan sentimientos de soledad y resentimiento que traslada al colegio donde también supone que los demás adultos tampoco le quieren.

En estadios más avanzados, abandona ese deseo inicial de que los adultos se dediquen a él y crean su propio mundo, esto se da también mucho ante separaciones de los padres.

Otra de las causas por las que se puede dar la depresión es ante la falta de disciplina o por el contrario, ante una disciplina demasiado rígida. Si expresamos ante nuestro hijo continuamente lo que esperamos de él y éstas son inalcanzables, nuestro hijo se sentirá frustrado y creerá que es por culpa de él.

Aunque es menos frecuente, factores físicos en ocasiones pueden hacer que nuestros hijos se sientan inseguros y rechazados.

 
Sintomatología: pesimismo, fracaso, sentimientos de culpa, autocastigarse, hablan llorando, irritables, aislamiento, poco apetito, frecuentes trastornos somáticos (dolor de estómago, estreñimiento…).

 
En el caso de que creamos que nuestro hijo tiene depresión por éstos síntomas, el tratamiento, con el que se intentará trabajar con un psicólogo, es mostrar a nuestro hijo que le queremos y es importante para nosotros, mejorando su medio ambiente tanto familiar como escolar. Ofrecerle aceptación y afecto  e intentar llegar a comprender los sentimientos de nuestro hijo y ser capaces de asimilar que parte de que esté así es porque quizá no hayamos sabido comportarnos de manera adecuada.

 

Por lo tanto, el tratamiento irá dirigido tanto a los padres como al niño deprimido, mejorando nuestras actitudes y acciones nuestro hijo cambiará las suyas poco a poco y responderá favorablemente, siendo tres actitudes fundamentales para la recuperación del niño: ACEPTACIÓN, MOTIVACIÓN Y ÁNIMO.
 
 
 

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